THE BELLRAYS: MEET THE BELLRAYS 2002

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MIRADA RETROSPECTIVA
¿James Brown y los Stooges? ¿Aretha Franklin y MC5? ¿Otis Redding y Black Flag? Si amigos… estas extrañas asociaciones se pueden dar. De hecho, se dan en este artefacto, nunca mejor definido un disco.

Rabia punk, ritmos soul, rock, garage… todo ésto te vas a encontrar en “Meet The Bellrays”, un conglomerado de canciones, grabadas casi en su totalidad en directo, durante ensayos, por parte de Lisa Kekaula, y sus chicos. Directas al mentón, sin contemplaciones.

Aunque la banda ha bajado en nuestros dias, considerablemente, esa rabia , espontaneidad y fuerza que destilaba en sus primeros tiempos, de vez en cuando viene bien recordar cómo han llegado hasta aquí. Y la mejor manera en la que lo puedes hacer es haciéndote con este trabajo, que resume alguna de sus canciones primerizas. Como os comento, el sonido es sucio, directo, pero es que es así como se disfruta un disco como éste.

La culpa de estos benditos sonidos la tienen Lisa Kekaula, una ex cantante de jazz, y su marido, Bob Vennum, que supongo que fue el que reconvirtió a la dueña de esa portentosa voz en la bestia que se desata a lo largo de los surcos. A ambos los han arropado, a lo largo de varios trabajos, un bajista y un batería sin mayor relevancia. El núcleo duro está muy claro.

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LA GRAN LISA KEKAULA Y SUS FIERAS
 De California, estos chicos no hubieran desentonado nada en un cartel, en Detroit, con Iggy y sus Stooges o con MC5. Les hubieran hablado de tú a tú. Supongo que otro tipo muy dado a estos desfases, como Henry Rollins, hubiera matado por haber participado en este disco.

Burradas enlazadas unas con otras, como “Fire On The Moon”, “Under The Mountain”, “Blues For Godzilla” (gran título ¡!!)… sin descanso. No hay tregua. Es un disco que casi tocan de tirón… temas de no más de tres minutos. Solo meten un par de medios tiempos que nos dan oportunidad de recuperar el resuello hasta el próximo puñetazo.

Estas canciones, desplegadas en un garito no muy amplio, con grandes dosis de cerveza corriendo, debe ser todo un nirvana para todos aquellos que amamos estos sonidos irreverentes y macarras. Distorsión y velocidad a raudales.

Es difícil no hablar con pasión de un disco que destila precisamente eso. Pasión y buenos temas. Sin complicaciones… sin aditivos ni colorantes. En crudo.
Como debe ser.

Ritchie Moreno





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