HAREM SCAREM: "THIRTEEN"

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NOVEDADES
No se puede negar que la vuelta a la actividad discográfica de los geniales canadienses Harem Scarem fue una noticia que a más de uno nos alegró el día por no decir el año.
El dúo Hess & Lesperance ha sido una de las mejores cosas que le ha ocurrido al rock melódico en toda su historia y sus ganas de no estancarse, probar cosas nuevas y arriesgarse han sido constantes y bien recibidas por sus fans menos intransigentes, ya que un puñado de ellos decidieron darles la espalda hace veinte años cuando publicaron la que, para quien esto escribe, es su obra maestra, “Voice of reason”.

Pero veinticuatro años después de su debut, es la primera vez que escucho un disco con su firma que parece haber seguido un patrón preestablecido, una fórmula más orientada a satisfacer a oyentes clásicos que a buscar algún pequeño nuevo giro. No me extraña, a la par que lo hace, que uno se ponga a leer críticas de este trabajo y todo sean alabanzas, ya sean de fans que llevaban pidiendo un disco que emulara el espíritu de “Mood swings” como de algunos como yo que disfrutaron con el ya mencionado “Voice of reason” o el controvertido y vapuleado (y yo añado buenísimo) “Big bang theory”.

¿Acaso estamos ante un mal disco? No, en absoluto, malo y Harem Scarem son agua y aceite. No se puede utilizar ese calificativo cuando uno escucha esas partes de guitarra iniciales de “Garden of eden” que son puro Lesperance, la potente voz de Hess y los característicos coros apuntalados por Darren Smith que, si bien giró con ellos tras los tambores para celebrar el aniversario y regrabación de “Mood swings”, aquí deja dichas labores al que es batería fijo desde la etapa Rubber, Creighton Doane (yo hubiera preferido a Darren de nuevo. No tengo nada en contra de Doane ya que hace muy bien su trabajo, pero Smith tiene un ataque más enérgico y además en directo le da un plus al grupo con el espectáculo que ofrece).

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“Live it” sigue los mismos derroteros y ahí empieza mi falta de entusiasmo, todo suena bien, pero son dos temas y ninguno se queda retumbando en la cabeza ni me sorprende mínimamente, cosa que arregla “Early warning signs”, con un toque más moderno, un estribillo que a día de hoy, tras muchas escuchas, es el único que no me saco de la cabeza y tiene uno de esos pequeños y maravillosos solos tan técnicos como melódicos que Lesperance sabe sacarse de la chistera.

En la parte más suave, “Whatever it takes”, que Hess conduce con una bonita melodía de piano, es la que se lleva el gato al agua, pero resto del disco no consigue encandilarme. Insisto, no es malo, no hay ningún tema que se pueda decir que no es agradable escuchar, pero yo cuando suena “Saints and sinners” tengo la sensación de estar ante una canción concebida como si hubiera podido entrar en “Mood swings”. Al menos para el cierre se guardan “Stardust” que es uno de los momentos que encuentro menos genéricos y su mezcolanza de sabor melódico clásico, filo moderno, el toque dramático antes de entrar en un buen coro y unos arreglos tipo Queen que añade Lesperance para arropar su solo, la convierten en una pequeña delicia.

No sé cuánto durará esta nueva andadura, pero espero que sea larga y fructífera y en la siguiente entrega haya alguna nueva sorpresa, aunque incluso si no la hay, el nivel de los temas que factura esta pareja de privilegiados músicos está bastante por encima de la media.

Albytor






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