WHITESNAKE: "COME AN'GET IT"

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Come an’ get it, el album babilónico.

A comienzos de la década de los ochenta Whitesnake era una máquina perfectamente lubricada dispuesta a seducir a las masas. Con tres discos de estudio soberbios a sus espaldas y un directo apabullante en las listas, David Coverdale y sus cómplices se encontraban en la posición privilegiada que venían demandando a base de “savoir-faire” y trabajo duro. Las cosas les venían de cara y no defraudaron, cogieron la ocasión por la melena y supieron aprovecharse de ella.


Hay discos que no entran a la primera, discos que necesitan más de una escucha para apreciar toda su magnitud pero Come an’ get it no es uno de esos discos. Es un álbum de rock directo y lujurioso, sin más artificios que una instrumentación excelente, una producción brillante y una voz en estado de gracia. Una obra que penetra directamente en nuestra psiqué para no abandonarla jamás.

La portada del disco no deja lugar a dudas, sobre un sobrio fondo negro se puede ver una lasciva vagina malamente disimulada en la lengua de una serpiente albina que enroscada sobre si misma sugiere con su cuerpo sensuales formas femeninas mientras nos mira de manera amenazante todavía atrapada en una húmeda manzana de cristal. La premisa está clara, sexo, o lo que es lo mismo rock & fuckin’ roll.

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FEOS Y GENIALES
La canción homónima Come n’ get it abre el disco con un lúbrico y sincopado ritmo mediante el cual Ian Paice guía el tema de manera magistral. Las letras de Coverdale son de esas que no tardarán en granjearle las iras de las reprimidas feminazis debido a sus explícitas insinuaciones sexuales. Un gran tema de apertura que nos deja con ansias de más.

Hot stuff es un puro trallazo hard de ritmo trepidante, salvaje y libidinoso, con un Hammond al que el maestro John Lord hace entrar en ignición.

El primer éxtasis del disco llega con Don`t break my heart again. Desde la primera frase “I’m gonna take it to the limit of my love” se puede apreciar que estamos ante una obra de arte en la que todo funciona a la perfección, desde esa base rítmica contundente y sólida hasta esos coros evocativos que apoyan perfectamente el desarrollo armónico del tema.
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 Coverdale se vacía emocionalmente en esta titánica pieza y el trabajo de Marsden es antológico, bello y conciso. La letra, como no, vuelve a tratar el tema recurrente de las reglas del juego, en este caso su vertiente más amarga. Todos los engranajes del grupo trabajan por un fin común, que no es otro que llegar al orgasmo sonoro.

Después de esta intensidad es el turno para la bella Lonely days, lonely nights. Con un sosegado comienzo bluesy que nos acaricia el oído interno y nos permite tomar aliento por unos instantes hasta que el tema desemboca en una nueva y romántica vorágine.

La cara A termina con Wine, women and song, un clásico atemporal del rock más festivo. Un sugerente piano honky tonk abre camino y nos conduce a un blues rock orgiástico que nos obliga a mover todos los miembros de nuestro cuerpo pecaminoso mientras disfrutamos de una simpática y juguetona letra. Toda una oda al ámbito más dionisíaco del rock compuesta por todos los miembros del grupo.

La cara B comienza con Child of Babylon, canción que junto con las tres anteriores constituye el corazón de este álbum. Una composición que versa sobre el recurrente tema del hijo pródigo. Utilizando algunas preciosas imágenes bíblicas David nos narra sus desventuras como pecador en este mundo corrompido. 

Sin duda es esta una de las mejores letras escritas por Coverdale, el progreso instrumental no le va a la zaga y sobre el buen trabajo de todo el grupo destaca la guitarra de Bernie Marsden, coescritor del tema, que nos obsequia con un emotivo solo. Una joya imprescindible para los “die hard fans”.

Es el turno de Would I lie to you, segundo single y típica canción de la banda, con una letra traviesa y retozona, de esas que hacen apretar las mandíbulas a las personas más cohibidas, con un estribillo pegadizo y machacón que reina sobre una delicia instrumental.

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LA SERPIENTE MORDIENDO!!
Girl es un tema singular en el que destaca el riff de bajo ideado por Neil Murray, un tema sexy y sugerente, con ligeros toques funkys, que nos trae a la mente los añorados marks III y IV de los Purple.
Hit an’ run es un vergajazo en toda la jeta. Una simple y directa canción hard con un buen solo de Moody al slide y una pincelada de “talk box” a cargo de Marsden.

Como colofón tenemos Till the day I die que comienza con una melancólica guitarra acústica tocada magistralmente por Micky Moody, y da paso a un tema apasionado que hace las veces de broche de oro ideal.

En definitiva Come an’ get it es el disco en el cual los Whitesnake británicos alcanzaron la perfección. Una apología del hedonismo y la concupiscencia a ritmo de hard rock de la vieja escuela perfectamente interpretado por todos sus miembros y con una magnífica producción del ubicuo Martin Birch.

Después de esto ya nada sería igual y aunque Coverdale continuaría publicando magníficos discos la magia primigenia se perdería por el camino. Whitesnake se convertiría en un vistoso árbol de navidad, con unos guitarristas pirotécnicos y una diva de melena dorada al frente del cotarro, pero el once de abril del año mil novecientos ochenta y uno esto era ciencia ficción y Coverdale, Lord, Marsden, Moody, Murray y Paice se despedían de nosotros al viejo estilo:
We wish you well.

Odiseo Haller










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