RUSH: 'A FAREWELL TO KINGS & HEMISPHERES" EL INCREIBLE VIAJE AL PLANETA CYGNUS

Después de cerrar el primer capítulo de su trayectoria con un disco en directo tras sus cuatro primeras obras de estudio (algo que sería una tradición hasta finales de los noventa), Rush comenzaron a escribir uno nuevo de la misma manera en la que siempre han conducido su carrera, buscando territorios inexplorados y haciendo lo que les apetece en el momento con independencia de los dictados de las discográficas.


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1977
A farewell to kings” nos presenta a los canadienses puliendo su propuesta, perfeccionándola y experimentando con nuevos sonidos en seis temas con cambios constantes, intrincados pasajes y una producción brillante para disfrutar de todos sus matices.

El tema título es toda una declaración de intenciones, Lifeson con su deliciosa guitarra clásica hace la introducción y aparece por primera vez algo que a partir de entonces ganaría una notable presencia en el sonido de los canadienses hasta dominarlo en los ochenta, los teclados. Un minimogg dibuja la melodía de la guitarra hasta que finaliza la introducción y el primer paseo en la montaña rusa progresiva comienza.

 Un feroz solo de Lifeson con unos Lee y Peart desbocados bajo la guitarra de su compañero y la pluma del genial batería, tan certera y precisa como sus baquetas añadiendo una letra cargada de significado que se abre con una duda sobre el legado que dejaremos a futuras generaciones: When they turn the pages of history, when these days have passed long ago, will they read of us with sadness for the seeds that we let grow”.

 Como curiosidad, muchos fans siempre hemos tenido el anhelo de escuchar este tema en directo en las últimas giras, pero hace unos años Lee comentaba que cuando intentaron ensayarla para incorporarla al repertorio su voz no podía aguantar así pues tuvieron que desechar la idea, y es que aunque para los que no son fans sea un punto negativo, la fuerza vocal de Lee en los setenta era muy considerable.

Otra de las joyas o, mejor dicho, “La Joya” de este disco y una que sí han recuperado a lo largo de los años en directo es “Xanadu”, en la que Lee cantaba en un tono más bajo que de costumbre. Tema de místico arranque donde Peart aprovecha para introducir todas las novedades percusivas que ha adaptado a su batería y Lifeson dibuja un épico inicio de guitarra para ir dando forma a un tema en el que Lee vuelve a dar protagonismo a los sintetizadores. Es esta una canción que a día de hoy sigue influyendo a nuevas generaciones progresivas (y no tan nuevas, baste escuchar la aparición de la guitarra de Petrucci y el resto del grupo en “The best of times” del no tan lejano “Black clouds…” de Dream Theater).

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Neil Peart con bigotazo 
Closer to the heart” se puede decir que fue su primer gran éxito, corto, directo, melódico y pegadizo para lo que entonces era su música. Peart comentaba en su día que era algo nuevo para ellos y que el nombre del tema y su primera estrofa fue cosa del escritor Peter Talbot. La otra anécdota de este tema es que la intro acústica fue escrita por de Geddy Lee. El caso es que este tema, disfrazado de balada en su arranque pero que pese a su corta duración cambia su curso y termina siendo progresivo, se convirtió en uno los fijos hasta que terminaron cansados de tocarlo noche tras noche y fue rescatado de manera puntual en los últimos años.

Cinderella man”, su juego de eléctricas y acústicas y unas partes de bajo sensacionales lo convierten en una de esas pequeñas maravillas que a veces se olvidan al lado de los grandes clásicos habituales. Otro dato curioso, Lee firma la letra.

El quinto corte, la pequeña y melancólica “Madrigal”, sirve para preparar el camino al viaje sideral hacia un agujero negro que es la primera parte de “Cygnus X-1”. Escuchar este tema de noche y con unos buenos auriculares para aislarse de todo lo que pueda distraer al oyente es lo más parecido a vivir una película de ciencia ficción en formato rock progresivo.

 Desde su tranquila y atmosférica parte inicial en la que parece que estemos despegando hacia nuestro destino, pasando por esas misteriosas partes de bajo y batería que después nos llevan junto a la guitarra a toda velocidad para ayudar a estabilizar nuestro viaje, hasta terminar en una peligrosa y caótica parte final con un desgarrador Lee que nos deja con la sensación de estar flotando perdidos en el espacio.


Albytor




El sexto álbum de los canadienses fue el último trabajo que grabaron en el Reino Unido, bajo la tutela de su fiel productor, y casi cuarto miembro del grupo entonces, Terry Brown.
Con una portada ciertamente evocadora, diseñada por el entonces no tan famoso Hugh Syme, nos encontramos ante una de las “master-pieces” del prog de finales de los 70, que todo aficionado al género debe tener, sí o sí.

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1978
Es un álbum en el que Lee, Lifeson y Peart aún siguen manteniendo las largas suites tan características del grupo, a lo “2112”, pero en el que también el grupo empieza a darse cuenta que los temas más cortos también podrían ser igual de efectivos, sin abandonar los patrones del mejor rock progresivo. La segunda parte del álbum, con “Circumstances” o “The Trees” son una buena muestra de ello.

Tras una intro casi militar, nos sumergimos en la primera parte del álbum, una larga suite que ocupará toda la primera cara (de cuando los discos tenían dos, jejejeje) de este trabajo: “Cygnus X-1 Book II: Hemispheres”. Es el “libro II” porque, siguiendo una tradición que se prolongaría en más discos, la parte primera de esa canción pertenece a otro disco, “A Farewell To Kings”. A estos chicos les gusta complicar la vida a sus fans.

Este “Book II…” está, a su vez, subdividido en varias secciones, seis para ser concreto. Como veréis, siguiendo el manual del buen progresivo que bandas como unos tales Yes implantarían de manera sólida en el género. La historia es bien sencilla (jejejeje): una nave espacial se acerca a un agujero negro, es tragada por él, y aparece nada más y nada menos que en el Olimpo, donde Apolo y Dionisos se las tienen tiesas por imponer un estilo de vida concreto a su gente. Vamos… que están a gorrazos. El tema daría para un libro, a lo “Furia De Titanes” o algo similar.

Pero vayamos a lo que de verdad nos interesa: la música. Lee sigue con su característico tono agudo, muy agudo diría yo, en su forma de cantar. Siempre que me he encontrado a algún detractor de Rush, es uno de los argumentos que utiliza para denostarlos. Ese tono de voz. Otro sería la grandilocuencia de sus trabajos. Pero bueno… allá ellos. Se lo pierden. Notamos una presencia cada vez mayor de sintetizadores. De momento, ahí andan. Pero, con el tiempo, irían ganando terreno en la banda hasta casi oscurecer la guitarra de Lifeson en ocasiones. Aquí, no son para tanto, pero se notan.

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Marchando dos de Doble mastil¡¡¡¡
Esta larga suite comprende partes realmente poderosas, alternando con pasajes tranquilos, y es en este disco donde la presencia de Neil Peart se empieza a erigir como casi omnipresente. Su forma de tocar, por aquel entonces, ya estaba creando escuela.

Aunque, para mí, el verdadero “héroe” de este disco, es el que a veces ha sido nominado como peor músico (¿??) de los tres: Alex Lifeson. Señores… toda una exhibición de riffs contundentes, para nada espesos, y unos solos que también empezaban a llevar el sello característico de la casa. Ni que decir tiene que el punto álgido de esa exhibición llega con el solo de “La Villa Strangiato”, subtitulada “An Exercise In Self-Indulgence”, por razones casi obvias.

 Hay que ir, y comprarse un sombrero, para poder quitárselo cada vez que se oiga ese solo. 2 o 3 minutos en los que la tranquilidad y el sosiego de las primeras notas se convierten en toda una tormenta de sonidos al final. No he tenido nunca la inmensa suerte de ver a Rush en directo, pero si alguna vez sucede, y a este hombre le da por tocar ese solo, mataré a quien sea para llegar a las primeras filas y abrazarle. Sobrenatural.

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Los Dioses del Prog???
Hablando de “La Villa Strangiato”, y como curiosidad, la banda refiere que tardaron más en grabar esa sola ¿canción?, que el álbum “Fly By Night” entero. No es de extrañar. La cantidad de matices, cambios de ritmo y atmósfera, y exhibicionismo instrumental casi daría para un álbum entero por sí solo. Para un servidor, el tema estrella del álbum.

Y volviendo a los temas “menores” (menores por ser de menor duración, no por calidad), “Circumstances” se cobija bajo otro poderoso riff de Lifeson, quizá el tema más “rockero” del álbum, mientras que “The Trees” nos cuenta la historia de una curiosa guerra de árboles en el bosque. La imaginación de las letras de Peart, indiscutiblemente, no conoce límites.

Uno de los mejores álbumes progresivos de la década, en el que ya empezábamos a notar ciertas ganas de cambio en la banda. Quizá un punto de inflexión en el grupo, en el que Lee comenzaba a descubrir las posibilidades de la electrónica para las composiciones. Y una buena piedra de toque para todo aquél neófito que quiera introducirse en la música y el genial mundo de los canadienses.

Ritchie Moreno






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