"ESPECIAL": Las Dos Caras de MARILLION

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Marillion no es solo el nombre de una banda de Rock Progresivo. Para muestra estos dos artículos que comprenden dos discos con los dos vocalistas que supieron darle otra dimensión a la música de esta banda desde comienzos de los años 80 hasta nuestros días. Fish y Hoghart; Hogarth y Fish. Que ustedes lo disfruten...


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1984

Tras un primer disco que sentó las bases de lo que entonces se llamó fenómeno “neo-prog”, y que dejó boquiabierto a más de uno (entre los que me incluyo), y no tanto a otros, que les acusaron de ser una mala copia de los Génesis de Gabriel, llegaba la reválida para los chicos de Fish. Había que convencer a demasiada gente de que no eran precisamente una banda de versiones del “Selling England By The Pound”, y que esa imaginación que se intuía en los surcos de su primer trabajo podía dar mucho más de sí de lo que los críticos hubieran deseado.

                Sustituyendo a Mick Pointer, el batería que golpea los parches en su primer disco (de una manera bastante monótona, todo hay que decirlo), por el más versátil Ian Mosley, la banda se mete en el estudio para grabar el disco que vería la luz allá por el mes de Marzo de 1984: el soberbio “Fugazi”.
                Combinando el dramatismo de los temas que ya nos ofrecieron en “Script For A Jester’s Tear”, y dotándolos de un tempo más moderno y actual, no tan gótico, la apertura con “Assassing” no puede ser más sorprendente… una extraña melodía oriental y los aullidos de Fish revoloteando en los surcos, dan paso a un tema de complexión robusta, con varios cambios de tempo marca de la casa, pero en el que ya notamos ese alejamiento de las pautas de su primer trabajo, y ese modernismo que quieren imprimir desde ahora a su música.

                “Punch & Judy” es el single proggie perfecto: una especie de “Garden Party” muy radiable, que fue el primer contacto que un servidor tuvo con este artefacto. Mmmmm… he de confesar que no me llegó del todo en su momento. Me pareció algo comercial.

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FISH DE PESCA 
                Pero no… poco hay de comercial en este disco. Sobre todo teniendo en cuenta el giro de registro que nos ofrecen a continuación. “Jigsaw” es una bomba dramática disfrazada de melodía infantil, un tema que, por momentos, es capaz de hacerte saltar las lágrimas, sobre todo cuando la guitarra de Rothery, soberbia en todo el disco, toma protagonismo con su solo. Cuidadito con este tema. En determinadas circunstancias, puede hacerte pupa.

                La intrincada y cambiante “Emerald Lies” nos devuelve por un momento a los tiempos de “Script…”. Y la siguiente “She Chameleon”, y su aire tétrico, de desván mohoso en el que acechan las sombras, nos recuerda con qué clase de tipos nos estamos batiendo el cobre: unos maestros del dramatismo hecho música.
               

Después, la joya de la corona. “Incubus” puede que sea, en mi modesta opinión, el tema emblema de esta banda. Lo tiene todo: aire hipnótico, dramatismo, belleza (otra vez el solo de Rothery nos pone los pelos de aquella manera)… y Fish… creo que su trabajo vocal en esta canción alcanza su cénit. Increíbles los cambios de registro de este tipo.  No he vuelto a oír una canción de Marillion como ésta.
                Cerramos con el tema que da título al disco, “Fugazi”, quizá lo más flojo del mismo pero, teniendo en cuenta las canciones que le preceden, un más que digno cierre del mismo. Ojo a Fish en la sección central del tema… él también podía ser agresivo.
                Un disco sorprendente, sin lugar a dudas, y que creo que ha sabido aguantar el paso del tiempo con mucha más robustez de lo que la gente creyó en un principio. Nos ofrece a los Marillion más en forma, más eclécticos, y subió al grupo ya a la Primera División, no solo del prog, sino del rock en general.
                Una maravilla que habría que enseñar en los colegios.

Ritchie Moreno








           
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1997
                                                                                                       
Si “Season’s End” fue un nuevo comienzo para Marillion con la entrada de Steve Hogarth, “This strange engine” se puede considerar el segundo punto de inflexión en su carrera. Lejos de gozar de un alto nivel de popularidad más allá de la siempre fiel base de fans del grupo y ya fuera de una multinacional como EMI, decidieron hacer algo diferente, que para los más puristas está lejos de ser rock progresivo, pero que si entendemos progresivo por intentar buscar nuevas ideas e innovar en el sonido del grupo, entonces sí podríamos catalogarlo como tal.

El sonido predominantemente acústico y la dirección musical que tomaron fue un riesgo, con claros tintes pop-rock no lo suficientemente comerciales para triunfar entre el gran público ni alternativos para que dicha escena se fijara en ellos, fueron motivo de controversia.

 Pero creo que dejando los prejuicios a un lado, tenemos un disco que lejos de ser redondo sí que tiene mucha calidad y algunos temas sensacionales, especialmente el que cierra el trabajo y le da nombre, una joya de, ¡sorpresa!, auténtico rock progresivo.

Pero empecemos por el tema que abre el disco, “Man of a thousand faces”, una canción dominada por las acústicas de Steve Rothery, los teclados de un inspirado Mark Kelly que nos regala un bonito solo de piano, la voz de un Hogarth que recita una letra cuyos dardos van dirigidos a los manipulables medios de comunicación de nuestros tiempos y una luminosa y coral parte final en la que Trewavas pide protagonismo.

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 Bajando el tempo y marcando la pauta que sigue casi todo el disco, tenemos “One fine day”, una canción delicada, lenta, con un melancólico Hogarth y un inspirado solo de Rothery. “80 days” es otro de los temas más donde la acústica lleva el peso, tiene un ritmo más alegre, comercial sin pasarse, unos perfectos arreglos de Mark Kelly a los teclados y una letra en la que Hogarth evoca la viajera vida del músico.

 Y así llegamos a “Estonia”, uno de los temas más emotivos, tristes y atmosféricos que hayan grabado Marillion, con unos acertados arreglos de balalaika que acentúan todos esos aspectos y una letra poética y emocionante que Hogarth escribió basándose en el hundimiento del ferry que da nombre a la canción en 1994 en el que hubo cerca de novecientos fallecidos.

“Memory of water” es una pieza corta, minimalista, con la voz de Hogarth únicamente arropada por arreglos de cuerda. Tras dos temas como los mencionados emerge “Accidental man” la canción más directa y rockera del disco.

 Luego poco se puede decir de “Hope for the future” más que es una inutilidad fuera de lugar que se juega al despiste con su apertura acústica que enseguida degenera en un corte de carácter caribeño…incomprensible manera de romper la atmósfera y coherencia del disco, así que mejor olvidarse de su existencia, sobre todo cuando lo que viene a continuación es uno de los mejores y más progresivos temas que hayan compuesto Marillion en su carrera, el que da título al disco: “This strange engine”, quince minutos de fantasía prog que se abren con Hogarth recitando una letra autobiográfica sobre su niñez y que musicalmente es una montaña rusa de emociones donde cabe destacar el solo de sintetizador de Mark Kelly, los de guitarra de Steve Rothery, especialmente el de la sección “Blue pain” en el que pone los pelos de punta y sea posiblemente el mejor que ha grabado junto al de “Easter”, y el in crescendo de la parte final con un Hogarth desatado.

Albytor





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