THE CULT "Electric" 1987

Confieso que no me fié ni un pelo cuando vi este disco en las estanterías por primera vez… ¿The Cult? ¿Estos tíos vestidos de cuero, con cinturones de balas y aspecto de duros hard-rockeros, son los mismos de “Love”? ¿Otros que se apuntan al carro a ver si suena la flauta? ¿Rick Rubin a los mandos? Uuuuuummmmm…. era sospechoso cuando menos.

Pero me arriesgué, y cuando la aguja empezó a desgranar los sincopados acedecedianos acordes de “Wild Flower”, empecé a pensar que ésto no era ninguna broma… y cuando entró esa batería, absolutamente simple pero absolutamente contundente, las dudas empezaron a despejarse del todo. Pensé: “Dioooooossss, que no sea el típico disco con un tema para engancharte y el resto una colada de relleno….”.


“Peace Dog” aumentó mi confianza. Duffy y su riff monumental, en un tema aún más hard que el anterior, nos confirma que esta gente también ha mamado de fuentes mucho más rockeras de lo que nos imaginábamos. El único pero, si es que se puede poner alguno, son esos coros que deslucen el quizá mejor solo de guitarra del disco.

El disco empieza a ser una oda al macarrismo más absoluto.

Y llega “Lil’ Devil”. Un tema casi perfecto: sin perder un ápice de fuerza con respecto a los anteriores, se nos muestra una canción comercial, pegadiza, ideal para las FM americanas mientras conducimos nuestra Harley o nuestro Chevrolet Camaro. Que no pare, por favor, que no pare ésto….

Y no para. El siguiente puñetazo es, a mi juicio, uno de los mejores números del disco: el impresionante “Aphrodisiac Jacket”. Con Astbury y su repertorio de alaridos y gritos campando a sus anchas. Con Duffy haciendo de las suyas también con otro riff para enmarcar, y otro solo, como los del resto del disco, corto, corto, pero contundente. Y la pegada de un tal Les Warner (por cierto… ¿qué habrá sido de este hombre?), eficacísima y perfecta para un disco como éste…. sin floritutas… solo pegada.
En “Electric Ocean”, y aún noqueados por la demostración de fuerza anterior, rebajamos un poco el voltaje. Ojo… que no es un tema que nos relaje precisamente, volvemos a recordar a los hermanos Young en su versión más Scott, aunque los dichosos coros nos sigan rechinando un poco.

Con la velocidad de “Bad Fun” vuelven las ganas de coger la moto y largarnos hasta donde dé el depósito…. la sección rítmica de Stewart y Warner toma aquí el mando, y deja a Duffy más liberado para hacer de las suyas con la solista.

La segunda cara…. ah, perdón… estaba pensando en esos buenos tiempos donde el vinilo gobernaba el mundo…. empezaba con “King Contrary Man”, un tema canalla y tabernero, que sirve de perfecto preámbulo para el numerazo del disco… el que no mueva el culo con “Love Removal Machine”, señoras y señores, está muerto. Muerto y enterrado. Una de esas canciones que te anima el día. En serio… igual que empiezas el día con un buen tazón de lo que sea, que lo amenice un artefacto como éste, te da la batería necesaria para comerse al que sea. Las cosas no se ven igual después de haberte metido esta dosis en forma de riff perfecto. Y… ¿qué me dicen de la apoteosis final, con el tema absolutamente desbocado, Duffy soltando notas a diestro y siniestro, Astbury chillando como un poseso… ? No hay palabras, amigos, descubranlo (si no lo han hecho ya) por sí mismos.

Nos levantamos del suelo, después de habernos revolcado un rato con el numerazo anterior, y nos encontramos con un clásico. El particular homenaje de los ingleses a Steppenwolf, ese grupo que, sin ser de los grandes, acuñó en su día el término “heavy metal” con este “Born To Be Wild”. He de confesaros que tengo una especial manía a esta canción. Las pocas, poquísimas veces que me he dejado caer por esos engendros de local llamados “karaokes” (supongo que absolutamente borracho,… si no, de qué, moreno…) siempre ha habido algún retrasado mental destrozando la canción. Esta versión de The Cult, afortunadamente, me reconcilia con ella.


“Outlaw” nos golpea cerca del final del disco, como si un desfile de Hell Angels estuviera cruzando el salón de tu casa. Es, efectivamente, un tema perfecto para “outlaws”.

Y, amigos, el final llega con “Memphis Hip Shake”, que no es precisamente el mejor tema del disco, pero que tampoco le pierde la cara a todas las demostraciones de fuerza anteriores.

Señores… la vida no fue lo mismo después de haber oído este pepinazo. Adiós (aunque solo fuera de momento) a los Cult refinados, con tantas reminiscencias ochenta, y cercanos al pop o al gótico.

 A partir de ese momento, nos descubrimos ante dos pesos pesados del hard rock como son el tándem Duffy-Astbury. Y esto no había hecho sino empezar. Lo que seguiría después, esa otra obra de arte que es “Sonic Temple”, nos devolvería el puñetazo multiplicado por diez. Lástima que, a partir de ahí, se parara la progresión (recuperada levemente con “Beyond Good And Evil”, para mí, el cenit de esta gente), para caer ya en experimentos que mejor podrían haber hecho con gaseosa.

De todas formas, y aunque solo sea por este trabajo que este humilde servidor se atreve a comentar, Astbury y Duffy ya tienen su palco de honor en el Infierno.


“Ritchie” Moreno



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